En estos días me encuentro leyendo "Los Hermanos Karamazov", una obra de Fedor Dostoiewski (o Dostoyevski), y aun antes de empezar la novela en sí, me detuve perpleja en el prólogo, que en esta edición fue escrito por Alone y publicado en El mercurio , el 7 de Julio de 1940.
Este prologo lleva como título, “Dostoiewski, por su mujer”; y empieza con la anécdota que hizo que los caminos de Anna Grigorievna y de Fedor Dostoiewski se cruzaran, para finalizar con la triste y memorable muerte del autor.
Honestamente, el impacto que me causo este escrito, no fue gracias al escritor, sino gracias a su esposa, pues en resumen, esta es la historia que narra:
El 3 de octubre de 1866, Anna Grigorievna asistió, como de costumbre a su curso de taquigrafía, allí, su profesor la aparto y le pregunto si quería aceptar una ocupación como taquígrafa, ella vacilo, pues no estaba muy segura de sus capacidades. Y sin embargo, al decirle el profesor Olchine que su empleador seria el famoso novelista Dostoiewski, Anna, que en ese momento contaba con 20 años no dudo en aceptar, pues aquel nuevo trabajo le daba la oportunidad de acercarse a un autor que admiraba.
Nacido en 1821, hijo de un medico con cierta nobleza y fortuna, Dostoiewski tenía 45 años, llevaba una vida sombría y miserable, como la de sus personajes, y sufría de epilepsia. En el momento en el que conoció a Anna Grigorievna se encontraba en el apuro de escribir una novela que no había empezado en apenas un mes, a riesgo de serias represalias por parte de sus editores.
Estas son palabras de Anna Grigorievna al conocer al escritor: “Era Viejo, aunque al hablar lo vi rejuvenecerse ante mis ojos y le calcule diez años menos, era de porte mediano y muy derecho. Llevaba muy peinados y engominados los cabellos, de un castaño claro, tirando a colorín. Pero lo más sorprendente de su rostro eran los ojos: uno oscuro y el otro con la pupila tan grande que no se veía el iris. Esta asimetría facial le prestaba un aire bastante enigmático.”
Al terminar de escribir la novela, la relación entre los dos se había estrechado, y Anna solo veía en él un enamorado tímido y el hombre más dulce e ingenuo del mundo, así que con esta perspectiva contrajeron nupcias el 15 de febrero de 1867.
Y después de esto, sobrevino sobre Anna Grigorievna la desgracia de haberse casado con Dostoiewski, un hombre adicto al juego, celoso y frenético, asediado por acreedores, que lo atormentaron durante toda su vida, confiado al no exigir prueba de las deudas que le presentaban y al firmar letras de cambio a cualquier persona e ingenuo al dejar que toda una horda de parientes se aprovechara del poco dinero que recibía como paga por sus maravillosas obras.
Y sin embargo, los 14 años que duró la unión, fueron para Anna Grigorievna años muy dichosos aunque repletos de problemas, es en ella donde podemos ver la completa abnegación de una mujer enamorada y a los extremos a los que puede llegar la admiración hacia un genio por parte de una mente joven.
Es la de ella una vida que muestra la que han llevado y aun llevan miles de mujeres, que ceden ante cualquier exigencia de su amado con tal de no verlo sufrir, aun cuando ellas tienen que acoger en sus corazones todos los sufrimientos. Anna cuido de su esposo toda su vida, lo alentó, lo amó y lo cuidó toda su vida, y aun después de su muerte se consagro a él, llegando al punto de considerar que su existencia había terminado.
Ha sido un misterio para muchos como una muchacha inteligente, bonita, seductora y con toda la vida por delante, decidió no ver ni amar nada en el mundo más que a un hombre viejo, feo, pobre, jugador, celoso y epiléptico, cediendo ante todos sus deseos y sacrificándose siempre ella misma en pro del alivio y el bienestar de su esposo.
Y es que al saber esto no podemos evitar pensar en una abnegación tan profunda, en dejar de pensar en uno mismo completamente para empezar a vivir por otra persona… ¿Acaso es esto el amor o es solo servilismo?... Es una pregunta complicada, que quizás, ni la misma Anna podría llegar a respondernos, pues la definición del amor, para cada persona siempre será algo confuso, precioso, y en ocasiones, doloroso.
Como dato curioso he de agregar que al investigar encontré esta carta que le dirige el escritor a su esposa y en la que podemos ver la naturaleza de su relación... Y también he descubierto el frustrante dato de que la novela que estoy leyendo “Los hermanos Karamazov” nunca llego a completarse.
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